quinta-feira, 21 de julho de 2011

Una Ley de la Vida


Nosotros, padres y educadores, tenemos la frágil noción de que los niños y adolescentes están creciendo apenas con la mística de que son poseedores del derecho a la felicidad. Pero, ¿qué es la felicidad? ¿Sería no haber contrariedades? En este caso, estamos viendo una distorsión absurda en lo que se refiere a lo que es enseñar.
Para que los niños y adolescentes crezcan saludables, es necesario que pasen por contrariedades y frustraciones, porque éstas son inherentes a la vida. Muchos padres comienzan a organizar un escenario de culpas ya cuando los hijos nacen. Quieren darles a sus hijos todo lo que tuvieron, y principalmente lo que no tuvieron en sus vidas, no analizan que, mismo que no hayan tenido varias cosas, están saludables, viviendo activamente y perfeccionándose frente a los desafíos exactamente para conseguir llegar a los niveles más altos. Comienzan a hacer sacrificios, en muchos casos, para que los hijos tengan de todo, sin cualquier esfuerzo de conquista. No consiguen ver que, teniendo todo, sus hijos no desarrollan el sentido de necesidad, el concepto de que es luchando que las cosas suceden.
Tenemos que dar lo que es fundamental, y junto a lo que les damos, precisamos enseñarles que lo mejor de la vida es conseguir conquistar aquello que queremos, con trabajo, esfuerzo, persistencia y decisión. Caso contrário, pasan a pensar que el mundo ya es suyo y que todo ya está conquistado, dominado. Piensan que el futuro jefe deberá comportarse como un padre o madre, y cuando eso no sucede no ven sentido en luchar por lo que piensan ser justo.
De una forma toda propia, piensan que todo debe venir hacia ellos, naturalmente. Hasta porque fue así que sus padres lo hicieron mientras pudieron. Piensan que son geniales, y difícilmente superan las frustraciones, somatizando disgustos que los llevan a actitudes aún peores. Pueden incluso llegar a ignorar la ética, porque piensan que están siendo poco reconocidos y que cualquier camino lleva adonde quieren llegar, aunque sean los menos convenientes ilícitos. Si fueron defendidos durante mucho tiempo por los padres, que intentaron evitar el sufrimiento natural de la vida, terminan pensando que la impunidad es la situación normal.
Lo peor es cuando mantienen ese comportamiento por toda la vida, viviendo eternamente como jóvenes, aun cuando ya son adultos. Se recusan a hacer esfuerzos mayores, porque de alguna forma sienten que tienen derecho a aguardar que alguien los haga por ellos, como sus padres un día lo hicieron.
Luchar es una necesidad y las frustraciones son inherentes a la vida, razón por la cual tenemos que dejar que los niños vivan. Por este motivo el grupo es tan importante, porque allí todos tienen que relacionarse en la misma estructura. Crear y educar un hijo es muy difícil, pero puede ser de una gran belleza si lo hacemos correctamente.

Nenhum comentário:

Postar um comentário