sábado, 23 de julho de 2011

Madre... una mujer, mil papeles, muchas condiciones




Leyendo, en la revista VEJA* (Edición 2226, del 20 de julio de 2011), la entrevista de la filósofa francesa Elisabeth Batinder, me gustó el abordaje que realizó del tema EL MITO DE SER MADRE y resolví hacer algunas observaciones a la luz de las teorías de Jean Piaget.
Una de las colocaciones fue la de que: “El pensamiento predominante en el siglo XXI es que hay nobleza en el dolor del parto y que la buena madre es siempre aquélla que sufre”
   Este es un prejuicio que perduró durante siglos, fue sustituido por la percepción de nuevos valores y principalmente por el desarrollo de la ciencia – particularmente la médica – pero aun habiéndose llegado a la conclusión que esa concepción de sufrimiento no llevaba a nada ... continua teniendo adeptos actualmente, en pleno siglo XXI. Debe haber alguna relación con las prácticas medievales, que  preconizaban el flagelo de la carne como  prueba de fe. Lo que en cierto momento era obligatorio y sin opción, pasó a ser encarado como deseable – debido al prejuicio contra las mujeres – y la Iglesia estimuló este dolor como siendo un vínculo con lo divino. Condición que las mujeres tenían que soportar por el hecho de... ser mujeres.
El dilema de la maternidad es muy discutido y busca hacer parecer que la mujer se santifica al tener un hijo. Tenemos que tener el coraje de decir con todas las letras que todo eso es un proceso biológico necesario para la continuidad de la especie y no un acto sobrenatural. La madre puede no corresponder a los modelos que la sociedad exige de ella. Esta señora acaba de lanzar un libro “El conflicto: la Mujer y la Madre” en el cual se manifiesta de forma bastante polémica, consiguiendo despertar la ira de feministas, ecologistas e académicos. Está intentando desconstruir el mito de la madre perfecta. Entra en contradicción  con algunos de los dogmas y prejuicios que se colocan contra las cesarianas y llegan a glorificar el parto, inclusive sin anestesia,  justificando el sacrificio desde el primer acto (nacimiento).  La evolución de los procesos médicos no se tiene en cuenta.  Tenemos, actualmente, métodos que consiguen proporcionarle a la maternidad una a mayor tranquilidad  y, mientras tanto algunos grupos exigen que las mujeres no opten por ellos, basados en que el sufrimiento es necesario para cualificarlas como madre.
“Ciertas feministas politizan la maternidad y acaban ejerciendo una enorme presión sobre las madres para que busquen la perfección. Están contribuyendo con eso para que regresen al hogar – un atraso”
Una gran equivocación, con base en la cantidad y no en la calidad del tiempo que la madre dispone para sus hijos. Todos los adultos que tengan contacto con los niños deben ayudar a criarlos. Aún en las sociedades más primitivas, como las indígenas, todos son responsables por los hijos de la tribu.
Las madres brasileñas son las más protectoras, cuidan de los hijos hasta las edades avanzadas. Los hijos no salen más de sus casas para formar las nuevas familias y tratan a su familia de origen como la definitiva. El sacrificio de las madres es visto como natural en nuestra sociedad, manteniendo a los hijos como verdaderos “reyecitos” que todo lo pueden y todo lo quieren.
Muchas mujeres que no quieren tener hijos son forzadas, por la sociedad, y se transforman en madres impacientes, frustradas y mediocres, citando Elisabeth Badinter. Eso sucede por causa de los mitos que nos llevan a decir que la mujer sólo se siente realizada con la maternidad. Falso.
Los movimientos feministas tal vez hayan oprimido más a la mujer. Tenemos que dejarla en libertad para que pueda tomar decisiones,  muchas veces tan importantes como ésta de tener o no hijos.
Tenemos entonces el problema de mujeres que, no habiendo hecho la opción por la maternidad, viven el constreñimiento de tener una prole para agradar a la sociedad o a su compañero o marido.
Ser madre no es una extensión natural de la naturaleza femenina. Todas las características atribuidas a las madres pueden estar en los padres también, depende de la sociedad en la cual se desarrollan. Cariño, ternura y compasión deben aparecer en todas las criaturas humanas. Las mujeres con alto nivel de escolaridad, de acuerdo con Elisabeth Badinter, están optando por no tener hijos ya que están muy comprometidas con el trabajo y no hay tiempo para la maternidad en sus compromisos.
Entre los prejuicios, van surgiendo algunos que son complejos. Por ejemplo, madres que tienen la intención de adoptar niños, pero se rehúsan a asumir determinadas ofertas para adopción por considerar que poseen una carga sociológica preexistente. Los niños serán lo que usted va a construir y no el resultado de cualquier conjugación de factores anteriores. Ser una buena madre es mantener equidistante sus deseos y los deseos de sus hijos, viviendo su vida y permitiendo que sus hijos vivan y se desarrollen sin ser sofocados por la gran MADRE. Madres que ofrecen una dedicación  incondicional, basada en una interpretación equivocada del psicoanálisis, consiguen efectos desastrosos para sus hijos.
Aunque hasta los días actuales estemos viendo, como en el Siglo XVIII, la propuesta de la familia basada en el amor materno como preconizada por Rousseau, el hecho es que la sociedad cambió mucho. En realidad, todos deben participar de la creación de los niños, dando a la escuela un papel fundamental.

Nota del traductor
*Revista de publicación semanal en todo Brasil

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