domingo, 30 de novembro de 2014

La Escuela Científica

Tenemos que admitir que la escuela no puede continuar trabajando más sin confiar en la ciencia.  Son muchos los descubrimientos que ayudan a formular una metodología científica para aplicarla en la Escuela.
La formación de los profesores debe prepararlos para que sepan cómo el conocimiento se procesa y por cuáles etapas pasa el cerebro. Así sabrán qué pueden presentarles a los niños y adolescentes. La fase precientífica ya pasó y nadie osaría pensar que puede, intuitivamente, proponer un modelo de escuela.
Los estudios de Piaget ya podrían estar incorporados en el sistema. Una escuela Piagetiana es un modelo aún no asimilado debido a su complejidad, pero la neurociencia llegando a las universidades, probablemente, va a abrir camino para que Piaget sea estudiado y adoptado. No es posible que las escuelas continúen proponiendo ejercicios que utilizan la memoria cuando sabemos que la inteligencia es la capacidad de adaptación, y no necesita de la memoria. En cada situación el niño deberá decidir qué debe hacer. Restará para la memoria solo lo que debe ser automatizado. Por ejemplo, dirigir un automóvil y algunas tareas que no puedan modificarse.
Si la Escuela actual se parece con la Escuela de Atenas de 2500 años atrás algo está errado en la base. La Escuela ya debería haber incorporado los cambios radicales de la sociedad. La actividad de grupo es un factor determinante. El conocimiento aumentó mucho y el hombre no puede acumularlo completamente. Necesita del otro para compartirlo. Tenemos que vivir en sociedad. En el pasado, aún reciente, podría estar limitado a la familia, que también creció y se transformó. El trabajo actual es planetario y el hombre ahora precisa comunicarse con los otros. Los medios de comunicación son rápidos abarcando todas las áreas y la Escuela no puede permanecer presentando contenidos superados y limitados. Los niños encuentran esos contenidos en las computadoras y la tarea de la Escuela es enseñar a PENSAR para que ellos puedan procesar esos conocimientos.
Una Escuela científica tiene una planificación que prevé que el niño pase por todas las fases del desarrollo y uno de sus objetivos es que el niño construya su propio conocimiento.

segunda-feira, 24 de novembro de 2014

¿Existe una edad predeterminada para aprender a leer?

El gobierno brasileño estableció en el «Pacto Nacional pela Alfabetização na Idade Certa» que todas los niños deben aprender a leer a los 8 años. Siempre que veo esas resoluciones del gobierno me pregunto:          
- ¿Con qué fundamentación se determinó ese límite? ¿Alguien puede explicar? ¿Qué sucederá si los niños no aprenden? Y ¿aquellos que aprendan antes? Son varios problemas que nuestros gestores no analizaron y simplemente determinaron una edad que consideran como un límite. Pero la alfabetización no debe ser tratada así porque depende del nivel de desarrollo mental de los niños. Desde la más temprana edad, el proceso de aprendizaje de la lectura debería comenzar por la lectura gestáltica y la lectura operatoria debería ser introducida, solamente, cuando los niños conquisten las primeras conservaciones como, por ejemplo, la conservación del número. ¿Alguien sabe cómo esto sucede? Está en la obra de Piaget La construcción del Número en el Niño, libro dedicado al inicio del período de las operaciones concretas.
Simplemente alfabetizar sin planificar un currículo de lecturas para los niños tampoco tiene sentido. El curso que debe dar continuidad a la alfabetización, decía el Prof. Lauro de Oliveira Lima, es un curso de lectura. Cuando el niño lee, también debe ser capaz de entender, interpretar el texto, y solo en ese momento podremos presentar los contenidos utilizando la lectura.
No podemos predeterminar una edad. La preocupación debería ser con las conservaciones operatorias (número y sustancia) que los niños alcanzan alrededor de los 6/7/8, esas, sí son factores de desarrollo de la inteligencia. La alfabetización es apenas un know-how. Cuando los niños no aprenden a leer es porque aún no tienen las estructuras necesarias para la lectura. O sea, lo importante es desarrollar la inteligencia.
Cuando el desarrollo es naturalmente acelerado los niños pueden leer mucho antes, pero sin completar el desarrollo difícilmente alcanzarán la lectura lógica. Un niño que sabe leer y no comprende un problema matemático, no sabe, realmente, leer.
Competir en igualdad de condiciones es tener las estructuras para aprender todos los contenidos y no apenas saber leer. Para Piaget cuando un niño alcanza una estructura después que otro, las dos volverán a estar en igualdad de condiciones, nuevamente, cuando el segundo niño alcance el mismo nivel que el primero ya alcanzó.   No existe esa carrera como piensan los que no conocen a los niños. En una clase de 25 alumnos cada uno adquiere las estructuras en un período diferente y no se diferencian tanto entre sí como pensarían quienes no entienden cómo se procesa el desarrollo infantil.
Vamos a luchar para que nuestros gestores adopten los niveles de desarrollo de la inteligencia y no apenas un know-how como parámetro para la educación.

domingo, 23 de novembro de 2014

¿A cuál escuela voy?

            En Educación, tenemos que considerar siempre dos vertientes que deberían convergir para un resultado final excelente: la Escuela y la Familia. Las familias eligen las escuelas basadas ideas generales, que en la mayoría de los casos, no están definidas claramente y a veces lo hacen sin ningún criterio– salvo los más fútiles, como el estatus que el establecimiento les puede proporcionar y el edificio donde el mismo está instalado. Pocos son los casos en los cuales se tienen cuenta criterios más profundos, ya que la gran mayoría de los padres y madres no dispone de conocimiento sobre ellos. Parece muy crítico, pero mi experiencia de años dirigiendo una escuela me permite hacer ese análisis radical.
           Papás, les solicito que no entiendan esas palabras como una crítica directa, porque entiendo perfectamente que la falta de conocimiento sobre la materia nos lleva a tomar las decisiones posibles, y no las deseables. Eso vale también para la alimentación, para la elección de los médicos...
            Pero, ¿cuáles son los criterios que llevan a la familia a determinar en qué escuela sus hijos estudiarán? Una estudiosa americana, Su Yeong Kim, de la Universidad de Texas, clasificó las familias en cuatro grupos (relapsas, que apoyan, autoritarias y tiranas). Son designaciones dadas a las familias americanas, y me pregunto si en Brasil tenemos otros tipos de familias o si podemos aplicar el mismo modelo. Constaté que la tipología de los padres sería:
- Relapsos – aquellos que no saben lo que está sucediendo con su hijo y siempre esperan para ver los resultados y analizar después lo que sucedió. No saben bajo qué interferencias el niño está viviendo y no notan los progresos. No permiten que los niños intenten resolver sus problemas porque piensan que ellos no tienen problemas. El niño es desorganizado, no sabe qué quiere hacer en la escuela ni dónde quiere llegar al final del proceso.
- Padres que apoyan – aquellos que están junto a sus hijos, colaborando con su progreso y analizando, a cada momento, el proceso y no solamente al final del mismo. Permiten que el niño haga su elección entre las opciones posibles y entienda cada progreso como una etapa que fue vencida. Realmente acompañan a sus hijos. Entienden su curiosidad y saben que necesita levedad para poder aprender. No presionan. Son organizados, pero muchas veces pierden el foco, porque el niño no tiene siempre el mismo ritmo.

- Autoritarios – deciden todo. Observan e inmediatamente hacen correcciones previas, sin permitir variaciones en el camino. No piensan mucho en el presente porque tienen un futuro ya planeado de acuerdo con sus convicciones. No tienen en cuenta ningún argumento del niño y principalmente no comprenden el ritmo propio de cada uno. Porque no entienden el momento individual, disminuyen al niño frente a sus pares. Toman las decisiones solos, sin tener en cuenta a su pareja. Son organizados y metódicos, obligan al niño a seguir sus decisiones.

- Tiranos (o Tigres) – No tienen el menor compromiso con la felicidad en el presente, deciden lo que les parece mejor y transforman al hijo en una máquina de aprender. Muy severos, no piensan que el niño necesita jugar y solo se preocupan con la excelencia. No perciben que el niño puede ser responsable. Se consideran responsables de todo, toman decisiones solos y no ven que su pareja puede auxiliarles a tomarlas. Muy organizados sin tener en cuenta que el niño está en desarrollo;


-Sumisos – aquellos que no dan órdenes a sus hijos. Aun cuando el niño no tiene condiciones de decidir algo, piensan que deben oírlo. Cuando las cosas no van bien, no saben identificar cuál fue la causa del error. Algunos niños parecen “reycitos”, dando órdenes a sus papás y, consecuentemente, a toda la familia. Generalmente son papás inseguros que cambian de opinión en cualquier momento. No tienen mucho compromiso con el futuro y quieren todo «aquí y ahora». Como quienes dictan las normas son los niños, nunca consiguen organizarse.

- Colaboradores - Aquellos que deciden, pero que observan atentamente al hijo para ver los aciertos y errores y hacen las correcciones rápidamente. Dan órdenes, pero saben acompañar al niño en cada etapa del desarrollo para evitar decisiones erróneas. Acompañan el ritmo del niño y observan sus habilidades. Poco a poco van dándole autonomía para que aprenda a dividir con sus pares. Son muy amorosos, pero firmes al dar órdenes. Organizados, teniendo en cuenta al niño;

            Cuando los papás mezclan sus características la situación tiende a ser problemática. Quieren ser del tipo «colaborador» en casa y al mismo tiempo tener una «escuela autoritaria» donde sus hijos estudien – o viceversa. No es una buena solución porque la mezcla inevitablemente les causa una enorme confusión para los niños. No saben qué es lo que realmente la familia espera de ellos.
            Suceden también desentendimientos entre los propios papás, cuando la mamá piensa de una manera y el papá de otra, antagónicamente, y no combinan cómo educar a los niños. En otra variable los abuelos interactúan directamente, participando de forma activa en la formación de sus nietos y actuando muchas veces de forma no armónica con lo que los papás intentan implementar.
            El hecho es que, sean como sean los papás, es necesario que la educación de los hijos sea orientada de forma clara. Piense qué tipo de papá le gustaría tener y que papá puede ser. Hacer un acuerdo dentro de casa es fundamental para no generar inseguridad en el niño durante su proceso de desarrollo. Su hijo deberá saber qué quiere y qué espera de él. Naturalmente, no es necesario que eso sea dicho, pero necesita ser «sentido» por él. Debe haber una combinación explícita entre los papás y los familiares que tengan contacto e influencia sobre el niño.
            Claro que es a partir del tipo de familia a la cual usted pertenece que elegirá la escuela. Y existen escuelas para todos los tipos de familia. La situación tiende a ser grave cuando la familia tiene un ideal que la escuela no acompaña, generando todo tipo de insatisfacción y naturalmente, perjuicio para el niño. Cuando vaya en búsqueda de la escuela ideal para sus hijos, analice el modelo de su familia, de los componentes de la misma, y vea cuál es la que se adecua más a sus convicciones, sin olvidar que en casa debe seguirse el mismo modelo. Caso contrario la confusión será total.

            La alianza entre la escuela y la familia es esencial, siempre