Cuando estamos estudiando la Construcción de la Moral y de la Ética estamos siempre centrados en los niños y no solemos ir a la fuente de donde debe haber surgido aquel comportamiento correcto o indeseable.
Los niños comienzan a percibir la moral desde muy pequeños, a los 3/4 años, notando la existencia de reglas. La familia no suele trabajarlas, porque los niños en esta etapa son considerados muy interesantes, son divertidos y muchos de sus comportamientos son aceptados para después ser reprimidos, lo que no recomendable como forma de educación. Hasta los 7/8 años los niños dependen de la ética de los adultos, y éste es el problema. Muchos de estos adultos siguen reglas morales porque están siendo vigilados por las leyes de la sociedad y no porque tienen una ética interior. Y los niños ven estas contradicciones en los comportamientos de las personas que están a su lado. Tenemos que enseñarles moral a los adultos y cobrarles ética para poder construir la misma estructura nuestros hijos y alumnos. ¿Los profesores tienen este comportamiento ético frente a sus alumnos? Cuando amenazan, ¿qué piensan que está sucediendo? Falta de ética. ¿Las reglas morales sirven para todos? ¿Permiten que los niños se expresen para que no tengan que fingir? ¿Están preocupados con el desarrollo de los niños de la pura heteronomía (reglas externas) para la autonomía (crear las reglas)? No, el profesor quiere siempre mandar porque piensa que eso es tener autoridad, pero en realidad es autoritarismo. Quiere ser el jefe y no el líder, ya que el liderazgo es del momento. Cuando no se es el mejor, el liderazgo pasa para otra mano. En los preparatorios, el profesor debería estar totalmente fuera del grupo para ver como el liderazgo se organiza entre sus alumnos, verificando si desarrolló hombres libres. Pero al contrario, está en la pizarra colocando contenidos y censurando a los que no consiguen acompañarlo, causando rebeldía y bullying. Los niños aprenden todo, principalmente los comportamientos. La gran mayoría de nuestros alumnos recuerda solamente a un profesor. Muchas veces sólo tienen recuerdos tristes de la escuela. El otro día mi hijo, que está en los preparatorios para la universidad me sorprendió, en Facebook (están todos en la red), diciendo que estaba saliendo de la prisión y que iba a tomar el baño de sol y ya volvería para la tortura. Me asusté y comentando con un gran amigo que también vio lo que decía, le comunicó, a la audiencia en general, (ya que los adolescentes piensan que están hablando con un pequeño grupo y no para el mundo), que este muchacho no estaba en Bangu I, II ó III. Estaba en la escuela. ¿Pero qué escuelas son éstas donde los jóvenes se sienten prisioneros? Será que no hay otra forma de trabajar en las escuelas? Sí, la hay. Sólo falta voluntad política para hacerlo. Es necesario que a los jóvenes les guste ir a la escuela. Estas escuelas donde se da una CLASE EXPOSITIVA en pleno siglo XXI, como si estuviéramos en el siglo XIX, no la podemos aceptar. Me pareció muy triste la vivencia de mi hijo, pero viendo una viñeta de Quino (Mafalda), donde Felipe sale de casa con una mochila, que “transforma” en colchón usando la imaginación entiendo lo que está diciendo. Otras viñetas de este brillante autor reproducen la visión de los niños que, en su imaginación, transforman la escuela en un horno crematorio, su maestra en agente de la SS nazista, etc. Entonces el problema no es sólo de mi hijo. Muchos niños y adolescentes deben tener esta visión de su ambiente escolar. No podemos continuar como policiales que administran la moral de los niños. Tenemos que tener ética, para que nuestros alumnos construyan la suya. Compartamos el conocimiento de nuestros alumnos. ¿Qué desean los padres para los hijos? Hasta determinada edad 7/8/9 años dicen que es la felicidad, y después la productividad. Los padres que estaban preocupados con el bienestar pasan a preocuparse con el desempeño. La escuela tiene como papel el bienestar hasta la primera infancia (jardinera) y después se preocupa apenas con el desempeño (contenidos).
Martin Seligman, en un artículo para la revista “American Psychology” dice: “Soy enteramente a favor del buen desempeño, del éxito, de la disciplina y de la alfabetización literaria y numérica. Pero imagine si las escuelas pudiesen, además de esto, ofrecer a sus alumnos los principios y las limitaciones para la búsqueda del bienestar. Tendríamos individuos y familias más felices, mejores instituciones y un mundo mejor.”
Tenemos entonces que concluir que los padres quieren de las escuelas todas las puniciones que ellos no consiguen imponerles a sus hijos. ¿Por qué no consiguen decirles NO? Están muy ocupados ganando dinero y no sienten que su función de “ser padre” incluye educar a sus hijos. Cuando el niño no respeta una regla es generalmente apoyado por la familia. Por ejemplo: cuando el niño llama por teléfono del baño de la escuela usando su móvil, generalmente no es para ningún colega y sí para sus padres. Y ellos atienden la llamada ¿Si nadie atendiera cómo hablarían? Cuando los niños o adolescentes son descubiertos cometiendo un delito, sus padres corren para ayudarlos diciendo que son simplemente niños, aunque los jóvenes ya tengan 13/14/18 años. ¿Será que no deberían pasar por una toma de consciencia de sus actos? Los padres no lo permiten. Y eso va a repercutir en actos cada vez más graves en su vida adulta.
Las escuelas tienen que sufrir reformulaciones urgentes para trabajar en conjunto con las familias, ayudándolas a educar a sus hijos. La escuela tiene que ser un espacio con ambiente alegre y feliz. Tenemos que traer a los niños y adolescentes, realmente, para dentro de la escuela. Conseguir que al alumno le gusten la escuela y sus profesores. Esto debería ser una meta a ser buscada intensamente.
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