sábado, 4 de dezembro de 2010

Una Vacuna para salvar a todos los brasileños



La vida está formada por ciclos, ya sea la vida de un individuo,  o de la sociedad en la cual vivimos o la historia de la humanidad. Ya vivimos el ciclo del Oro, el ciclo del Oscurantismo y otros tantos más. Ya tuvimos nuestras esperanzas y frustraciones, pero estamos siempre queriendo ver algo renovador, algo que proporcione  una evolución, la equilibración que mayora, la apertura para todos los posibles, siempre mejores. E para llegar a los niveles cada vez más altos, no existe magia, y sí determinación, trabajo, foco, participación, compromiso y acción. Mucha acción. Pero, el concepto base es fundamental para no gastar la preciosa energía en vano.
Y Brasil está en la frontera de un nuevo ciclo, de una renovación, a pesar de que muchos piensen que habrá continuidad plena de todo lo que vimos en los últimos años. Creo que no. Nuevos elementos entran en campo, y tienen la oportunidad de dar contribuciones altamente significativas en cosas que de alguna forma aún precisan de mucha atención, si queremos un país mejor en la acepción total de la expresión tan repetida diariamente. Paradojalmente, somos un país cada vez más rico, que se mantiene extremamente atrasado en muchas áreas, siendo la principal de estas la Educación. Y vean que es únicamente a través de ésta que podremos alcanzar un desarrollo sostenible. Estamos caminando para aquella posición del individuo muy pobre, que sin preparación para administrar su dinero, gana en  la Megasena (Lotería) y, en poco tiempo, está pobre nuevamente. De nada sirve la riqueza, porque ésta desparece dependiendo de las condiciones generales. Es necesario ofrecer los medios para que los brasileños puedan anhelar y tener la calidad de vida que quieren, para que alcancen ese nivel y que así puedan realizar vuelos aún más altos. ¿Utopía? No, apenas un pequeño ejercicio de planificación estratégica en un área crítica que precisa recibir el tratamiento adecuado.
No es posible considerar que estamos bien en términos de Educación, mismo con los avances que ocurrieron en los últimos años. Esto es debido a que estos avances no fueron hechos, en su gran mayoría, en la dirección ideal. Antes de 1964, la situación era próxima al caos total. Mi padre, Lauro de Oliveira Lima, durante aquel período que antecedió el Golpe Militar, estaba en Brasília a servicio del Ministerio de Educación y daría inicio a un enorme movimiento de alfabetización, pero fue impedido a la fuerza por haber sido considerado ese un proyecto altamente peligroso para la seguridad nacional e, por lo tanto, subversivo. Desde esa época, casi nada se hizo de forma eficaz y con la fuerza necesaria, para erradicar esa vergonzosa condición de altos índices de analfabetismo en Brasil. Tuvimos movimientos burocráticos, a ejemplo del MOBRAL, entre otros. La extinción de una llaga profunda como el analfabetismo requiere mucho más que de slogans y edificios, porque tiene una extensión nacional en un país de dimensiones continentales. Será preciso más que media docena de personas, entusiasmadas o no, para resolver un problema como ese. Será preciso la participación real de todos los brasileños en esa verdadera cruzada.
El mundo nos mira, hoy, como un gran mercado consumidor, que precisa de casi todo lo que el mundo tiene para ofrecer. Mercados maduros, como el europeo e el estadounidense están conquistados, domados, abastecidos. Mercados insostenibles, como los de varios países africanos, simplemente quieren, pero no pueden comprar lo que las empresas del mundo entero tienen para vender. Estamos en la categoría intermediaria, somos parte de las grandes potencias emergentes, somos liderazgo en América Latina. Nuestro futuro ex presidente fue considerado “el hombre” por el presidente de la mayor potencia mundial de la actualidad. Tenemos la mayor biodiversidad del planeta y somos vistos como silo de la humanidad para los próximos años de gran incertidumbre en el agronegocio mundial en virtud del calentamiento global y de sus consecuencias. Y, mismo así, mirando para dentro de esa bellísima caja, ¿qué vemos?
Vemos un pueblo que aún convive con altos índices de analfabetismo (total o funcional, que es de los más perversos, porque mascara la realidad). Una nación de personas desdentadas por falta de orientación básica, que muere en las colas interminables de nuestro fallido sistema de Salud Pública. Que sufre en sistemas de transportes combalidos. Que cumple sus obligaciones pero no consigue que sus derechos porque  la Justicia es lenta, los abogados caros, la burocracia emperrada y un proceso puede demorar diez, veinte o hasta treinta años para resolverse, dadas las instancias a las que se puede recorrer si bien trabajado por la parte que no aceptó la decisión de la instancia en que se encuentra.
¿Por qué miramos tanto para los problemas políticos y tan poco para aquellos que deberían ser los beneficiarios mayores de los resultados de un trabajo bien hecho en esa área? Sugiero que nuestros políticos, en todos los escalones, sean obligados a hacer una experiencia, por lo menos una vez por año, de convivir con el pueblo. Una semana, solamente. Una semana por año, durante la cual viva dentro de una comunidad carente de cualquier parte del país, duerma en una cama simple, comprada a crédito en una gran tienda, compre en el mercadito yendo a pie, llevando el carro de la feria por las calles agujereadas. Una semana en la cual haya que ir al Hospital para ver lo que es no ser atendido, llevando a su hijo a una escuela donde no hay profesores y que, de vez en cuando es alcanzada por una bala perdida, resultado de los enfrentamientos locales para ajustar cuentas. Ciertamente, de esa semana saldría un ser humano mejor. Una persona que iría pensar dos veces antes de hacer campaña de promesas espurias, sin el menor interés de realmente resolver el problema de una populación tan sufrida.
Para cambiar un cuadro tan grave como ese, y aprovechando que estamos en la víspera de un nuevo Gobierno, precisamos tener metas para una Educación de Calidad, pero de calidad mismo, alineada con lo más importante a ser realizado y con disposición para enfrentar los graves problemas de ese sector con energía, disposición y coraje. Y vean que no faltan talentos para eso. Por ejemplo, me pareció formidable la idea del Senador Cristóvão Buarque de crear un Ministerio de la Educación Básica, que está faltando y podría democratizar la distribución de recursos entre ésta y la Enseñanza Superior, que ha sido el foco de las acciones del actual modelo de gestión del Ministerio de Educación. No se comienza a subir una escalera a partir del décimo escalón, que es lo que estamos intentando hacer siguiendo el modelo actual. En realidad, precisaríamos comenzar desde el inicio, alimentando a la madre embarazada, proporcionándole un parto que no deje secuelas en el niño, ofreciendo guarderías para una infancia saludable, un jardín de infancia, y así por delante. Llevará tiempo para que esos niños lleguen a la enseñanza superior, pero les vamos dando elementos para que lleguen mucho mejores hasta allá. Es así que se debe caminar en Educación. Sin infraestructura no se construye ese gran edificio llamado ser humano.
No podemos sólo pensar en edificios, materiales maravillosos, computadoras, etc., porque nada de esto importa en este momento. Tenemos que hacer planes de formación de profesores, compromiso de todos los sectores de la sociedad incluyéndose  también al Ejército, a la Marina y a la Aeronáutica. Debemos preguntarnos por qué el servicio militar no es usado para este gran programa de alfabetización, cuando dispone de un contingente enorme y una estructura gigantesca. Y falta aún un asunto: ¿las empresas no podrían tener un núcleo interno de alfabetización? Imaginemos si cada empresa enseñase a 2, 3 o más brasileños a leer, a escribir y a hacer las cuatro operaciones. Un auxilio mutuo, cómo esto sería fantástico, con resultados formidables y todos serían beneficiados. Los Bancos podrían tener, en sus agencias, que hoy están distribuidas por todo el territorio nacional, ambientes para alfabetización, con un monitor entrenado que ofrecería ese servicio en el horario de trabajo al púbico. Sería una forma simple y efectiva de mejorar la distribución de la riqueza en forma de conocimiento. Siendo esas instituciones las que más lucros obtuvieron en nuestra economía, podrían realizar ciertamente esta inversión, y aún tendrían un retorno formidable en términos de ampliación de la cartera de clientes, porque pueblo alfabetizado gana más, deposita su dinero y sabe usar el cajero electrónico, etc.
Lo que nosotros, brasileños,  esperamos de un gobierno revolucionario es una revolución en la educación. Educar un pueblo no es difícil, porque el propio pueblo quiere ser educado, sabiendo que sólo así tendrá la posibilidad de una vida mejor. Difícil sería se hubiera resistencia. Ya vimos eso suceder en Brasil, cuando un visionario de nombre Oswaldo Cruz tornó la vacunación obligatoria, con el apoyo de Rodrigues Alves, entonces Presidente de la República. Fue víctima de rebeliones populares y también de reacción violenta de la Escuela Militar. El episodio se conoce como “A Revolta da Vacina” (La Revuelta de la Vacuna). Su albo fue erradicar una enfermedad endémica, la Fiebre Amarilla, de nuestro país. En los días de hoy, vemos el  analfabetismo como  endémico, pero el pueblo quiere aprender, quiere crecer. Entonces vamos enseñar, aprovechando que ciertamente no habrá una revuelta por esta causa. Nos rebelamos cuando sentimos y percibimos que millares de brasileños están al margen de la sociedad, excluidos de aquello que será el modelo de bienestar que el Siglo XXI tiene para ofrecer.
Para eso, lo fundamental es tener una metodología moderna, rápida y eficiente. Ella ya existe e se llama Método Psicogenético. ¡¡¡No vamos a desperdiciar  esa vacuna!!! ¡Vamos a salvar a Brasil!
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Postado por Beta

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