segunda-feira, 6 de fevereiro de 2012

Separación: formas de actuar con lucidez


La separación y los niños, ¿qué hacer?...

    Se ha convenido que la separación de los padres afecta a los niños de forma grave e irremediable, pero eso no es necesariamente una verdad absoluta. En la mayoría de los casos, las relaciones de los padres están tan desgastadas que el fin de la relación de alguna forma trae calma y organización para el ambiente familiar, lo que ya es algo a favor ya que mejora la calidad de vida para todos, pero principalmente para los niños. Las cuestiones afectivas deben resolverse de la forma más madura posible, sin que las otras cuestiones prácticas de la vida queden pendientes como, por ejemplo, las financieras, porque los niños precisan estar amparados para que la vida continúe independiente de la decisión de sus padres sobre vivir o no juntos. No se puede confundir las cosas, como normalmente sucede, cuando los padres colocan a los niños exactamente entre ambos, sometidos a situaciones para las cuales no tienen estructura ni nivel de desarrollo para comprenderlas y soportarlas. Las secuelas, en esos casos, son muchas. Los niños tienen que ser protegidos, porque no son responsables de la relación de sus padres – por increíble que eso pueda parecer para muchos – y, antes de más nada, los padres aunque separados, continúan a ser sus padres.
Los niños deben ser comunicados de la separación, aunque probablemente ya lo saben debido a su gran sensibilidad. El padre y la madre deben conversar con ellos, y colocar, con claridad, lo que está sucediendo y lo que va a suceder de ahora en adelante. Es importante saber que los niños hasta los 4/5 años no entienden todo. Van a volver a cuestionar, y deben tener sus preguntas respondidas siempre que sea necesario. Después de los 7/8/9 años, ya en el período Concreto del pensamiento, van a entender mucho mejor la situación, y ya teniendo un poco de noción de tiempo, van a sufrir un poco más aún. Que no le parezca natural que el niño se quede callado, porque eso puede ser cómodo para los adultos que no quieren hablar más sobre el asunto pero es pésimo para el niño. Hablen y permitan que ellos hablen sobre el asunto, aunque sea sufrido para quien los oye, porque es en ese momento que hacen el llamado “juego de liquidación”, que ayuda a resolver las cosas que les están pasando. Evite, a todo costo, sentir rabia y decirle a los niños: “ya te dije”, “ya te expliqué”, porque ellos lo saben pero quieren oírlo nuevamente para ver si tienen una noticia diferente.
Tanto la casa de la madre, como la del padre, en esta nueva etapa de la vida, deben ser organizadas para los niños, porque ellos tendrán ahora dos ambientes diferenciados para vivir. Pero, como el niño es único, evite que tenga cosas muy diferentes en cada una de sus “nuevas casas”. Debe llevar los juguetes que quiera y traerlos cuando regrese, de un lado para el otro, lo mismo sucediendo con las ropas y objetos personales. Eso debe ser así hasta que se fije en algunas cosas de cada casa.
Un cuidado muy grande debe ser tomado para que el niño no modifique su nivel social entre una casa y la otra, porque ellos no entienden porque en la casa del padre hay una televisión maravillosa y en la de la madre la televisión es antigua, sin la tecnología que está acostumbrado a ver cuando visita al padre. Y viceversa.
 Es importante también evitar “comprar” al niño, porque en el futuro podrán quedarse muy tristes si el niño les ve (padre o madre) como un banco. Denle afecto y permitan que el niño conquiste todo lo que quiera, porque la separación los transforma en “pobrecitos”. ¡Ellos continúan con sus padres! Eviten hablar mal del otro delante de los niños, porque pueden no querer más a quien fue su compañero, pero el niño lo quiere y no le gusta, realmente, verlos alejados. No empeore aún más las cosas...
   Finalmente, cuidado con aquella antigua manía de “prohibir” al niño de comentar la separación en su ambiente, con los amigos, en la escuela y condominios, porque eso resulta en problemas, con seguridad.
Sé que es muy difícil para los adultos, pero es necesario que veamos que los niños tienen toda una vida por delante, y nuestra seguridad y protección les indicarán  los mejores caminos.

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