segunda-feira, 6 de fevereiro de 2012

La Escuela y la Familia



Existen algunos fenómenos que sólo se explican después de mucha investigación sobre cosas que son obvias. Uno de ellos es el hecho de que la familia (y por lo tanto toda la sociedad) ha cambiado constantemente a lo largo de los años, y la escuela permanece congelada en sus estructuras. ¿Cómo eso puede suceder? ¿Por qué existe esa combinación? La única explicación plausible es que la familia deja, a cargo de la escuela, lo que llama de educar. Una especie de “carta blanca” para hacer lo que quiera, ya que nadie sabe, realmente, qué hacer. El problema es que, definitivamente, la Escuela no está habilitada para esa tarea, y eso está quedando más y más claro a cada día.

La escuela, a lo largo de su camino, siempre fue una trasmisora de conocimientos y quiere continuar así, a pesar de toda la tecnología que modificó este papel que le pertenecía solamente a ella. La familia a su vez se reestructuró de diferentes formas y ya no tiene aquel modelo del siglo XIX, donde la madre - la “reina del hogar”  - permanecía en casa, con la tarea de resguardar a los hijos y transmitir las normas básicas de educación. Hoy las madres son tan profesionales como los padres y están lejos de casa tanto como la figura masculina. Y los padres hoy no están tan presentes, como queda en evidencia al observar el número de separaciones de parejas que aumenta cada vez más. En otros casos, la llamada “producción independiente” asumida por las mujeres elimina la figura paterna del contexto doméstico. Entonces ¿cómo organizar el nuevo papel de la Escuela en tiempos de cambios?

La Escuela ahora tiene que desarrollar a los niños y adolescentes para que sepan pensar y buscar el conocimiento, que está al alcance en los medios electrónicos. La Escuela debe llevar a los niños de la “dependencia” total a la independencia. Es un nuevo modelo, que aún deberá ser asimilado por las familias, que saldrá de sus estructuras formateadas en los siglos XIX o XX, pero que aún no consiguen ver a la Escuela con este nuevo papel. Es muy difícil aceptar el cambio, porque lo que conocemos es más fácil aceptar, aunque sepamos que no es lo mejor.

Una escuela para los nuevos tiempos debe ser un elemento creativo, modificador del niño y de su familia. Y como la familia tiene una enorme dificultad para modificarse, la resistencia a nuevos modelos se aplica a todo, incluso a la escuela. O hasta más a ella, porque la familia intenta, de todas las formas, mantener su equilibrio, aunque precariamente. Cuando el modelo de la escuela exige una mayor participación de los padres en el proceso, la desconfianza se instala, porque el sistema tradicional casi que ignora la presencia de los mismos – salvo cuando las cosas llegan a un punto irremediable. La familia se siente sobrecargada y los suficientemente ocupada  para entregar a la escuela todas las responsabilidades del proceso educacional – cognitivo y emocional – de sus hijos, pero eso no funciona, como puede ser fácilmente constatado.

La sociedad se modificó y los niños, actualmente, están expuestos a una gran cantidad de informaciones, y siendo así, nuevas reglas y valores deben ser establecidos. Los derechos que los niños  adquirieron son aún muy confusos para las familias. Tienen exageraciones y negligencias, todo mezclado. Abandono y sobreprotección   aparecen juntos y mezclados, muchas veces dentro de una misma familia.  Normalmente la sobreprotección es la falta de crédito (no creer en los dicen) que la familia les da a los niños y adolescentes,  sin dejar que crezcan para la sociedad. Lo mismo sucede en las Escuelas que piensan que los niños precisan ser vigilados, no permitiendo que se formen las sociedades infantiles. Parece haber un complot entre las familias y la Escuela para no permitir que los niños se desarrollen.

La familia debe entender que sus hijos no son sus propiedades y los adultos no deben descargar tensiones y  frustraciones cuando están con ellos. Deben saber administrar dificultades, ansiedades, conflictos y resistencias. Son factores que ocurren y deben ser vistos y entendidos para resolverlos. Los niños no están queriendo competir con sus padres, quieren saber cuáles son las órdenes establecidas y cuáles deben realmente ser obedecidas. Permitan que los niños demuestren sus sentimientos. Los adultos también deben  demostrarlos  para que los niños no piensen que estas personas son súper mujeres o súper hombres. Cuidado para no confundir al niño con sentimientos antagónicos.

Llegamos entonces al gran impase. ¿Cómo modificar la Escuela si la familia busca un modelo arcaico que ella, sus padres y abuelos ya conocen? Es la sociedad que a través, se sus  exigencias, obliga a realizar estas modificaciones. Esperamos que esta demanda sea urgente.

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