LAS ÓRDENES DEBEN SER SIEMPRE POSITIVAS
1. La entonación es importante – debe ser sincera, sin sarcasmo o ironía.
- La forma de hablar es muy importante, una forma agresiva puede modificar toda la intención del hablante y el objetivo de la orden a ser obedecida, pasando solamente la afectividad. El niño puede, por miedo, no entender lo que se le está pidiendo.
Por ejemplo: “no quiero que te quedes en la computadora”
Diga: “¿vamos a leer un libro, a ver una película, un dibujo animado que separé para nosotros?”, o “Ya es la hora de dormir.”
2. Las órdenes no deben ser dadas a gritos.
- Los gritos, para un niño pueden no parecer una orden ya que es el tipo de comunicación que él suele utilizar. Él puede no comprender cuál es el objetivo específico de la regla.
Por ejemplo: “¡¡¡No comas eso!!!” o quiero que te pongas esta ropa etc...”;
diga: “Ya has comido muchos dulces, arroz, etc., vamos a probar otra cosa, u – “Hoy hace frío o calor – viste esta ropa que te vas a sentir muy bien y confortable”.
3. Dé siempre la orden directa – evite al máximo decir “no”.
- El “no” al principio de la afirmación, puede significar lo contrario de la pretensión de quien está dando la orden. Use siempre la forma afirmativa es más simple para la comprensión del niño.
Por ejemplo, “No puedes comer el postre antes del almuerzo”.
Diga: “Vamos a almorzar y después vamos a comer el postre.
4. La orden no puede servir como lucha de poder.
Si usamos las órdenes para imponernos, estaremos siempre sintiendo estrés, porque los niños tienen mucho más aliento para sustentar una disputa emocional. El adulto ya es muy poderoso, grande, fuerte, dueño del poder. Deje que el niño exprese su voluntad y sus deseos, debemos ser un guía para mejores soluciones. Ni siempre lo que el adulto quiere es lo mejor para el niño, analice con exención cada situación que se presente.
Por ejemplo, no diga: “Quiero que lo hagas..., yo mando y quiero que obedezcas…, vas a hacerlo porque estoy mandándote….”. Son expresiones de poder – no las use.
Diga: ¿Qué te parece jugar al...?, o “mamá o papá te van a ayudar a guardar tus objetos en el cuarto”. “Vamos a ver de lo que hay en el almuerzo, ¿qué es lo que más te gusta?”
5. Exceso de órdenes limitan a nuestros hijos.
- Si damos muchas órdenes nuestros hijos pueden obedecerlas, pero van a parecer robots. Crie algunas órdenes esenciales para que el grupo familiar funcione y deje que los niños establezcan las variaciones. Cuando fijamos muchas órdenes generamos confusión en los niños y no saben cuáles son las que realmente deben ser seguidas. Cuidado para no dar 2 ó 3 órdenes al mismo tiempo.
Por ejemplo, “Ve a ducharte, después cenamos, después, vamos a dormir porque ya es tarde”.
Diga: “Tienes que bañarte para poder cenar tranquilamente”. Después que el niño cenó. “Ya tenemos que dormir” (NO PRECISA REFERIRSE AL TIEMPO – ES TARDE, PORQUE ELLOS ENTIENDEN POCO SOBRE LA TEMPORALIDAD). El hecho de que los niños usen la palabra hora no significa que comprendan la temporalidad.
6. Las órdenes dadas pueden y deben ser explicadas.
- Explicar la orden dada muestra que respetamos a los niños. La explicación no quiere decir que el niño decidirá si obedece la orden o no, y sí el por qué de la misma.
Por ejemplo: “Mamá o papá no pueden comprar el juguete que quieres porque aún no es tu cumpleaños, Navidad o cualquier fecha conmemorativa”. No le dé explicaciones financieras, ellos no entienden y piensan que el cheque, la tarjeta de crédito, el dinero pueden ser utilizados para satisfacer su deseo. Sea firme y explique con afecto que tenemos límites.
7. Nunca dé una contraorden (el niño va a pensar que hay una segunda instancia).
- Generan una gran confusión, los niños quieren saber de quién viene la orden, quien realmente manda, ¿alguien puede cambiar la regla? ¿Debo obedecer o esperar por el cambio de la orden? ¿Vale la primera o la contraorden?
Por ejemplo: “¿Vas a entrar en el mar?, está bien puedes ir al mar un poquito”.
Pensamos que dejándolos ir un poco estamos amenizando la orden. No. Dimos una contraorden que va a confundir al niño y a cada nueva orden el niño va a esperar el cambio.
8. Use un vocabulario que sea conocido por el niño.
- Recuerde que el niño no es un adulto, su vocabulario es limitado. Lo que el niño no conoce no lo entiende. Oye el sonido y tono de la voz adulta hablando concluye que alguien está con rabia, alegre o no la está dejando hacer lo que quiere.
Por ejemplo: “¿Quieres que te ponga de castigo?; ¿No comprendes que papá está cansado?”. Parece simple pero son negaciones que el niño va a demorar muchos años para entender. El uso de conjunciones, por ejemplo, dificulta la comprensión. No use diminutivos pensando que los niños por el hecho de ser pequeños sólo entienden si les hablamos así. Tampoco cree un vocabulario paralelo. Los niños quieren aprender el código lingüístico de su grupo social. Los padres o adultos pueden hablar otros idiomas con los niños porque ellos tienen capacidad para hablar varias lenguas al mismo tiempo. Cuando los padres son bilingües pueden también serlo con mucha facilidad. Sólo tengan cuidado de no utilizar estos idiomas sólo para discutir o pelarse, porque el niño los vinculará siempre con una sensación de incomodidad emocional.
9. Converse con el niño sobre las acciones que realizó.
- Realice, habitualmente, una toma de consciencia sobre las acciones realizadas por los niños. Ellos deben saber como realizaron sus acciones.
Por ejemplo: ¿Cómo comiste? No transforme esto en una averiguación – ¿qué comiste? ¿Cuánto comiste?... Pregunte – ¿Te gustó el baño? Afirme – Estás perfumado. Cree el hábito saludable de conversar con los niños desde bien pequeñitos, normalmente los padres piensan que sólo en la adolescencia el joven siente esa necesidad. Entienda que los niños tienen que aprender a conversar con sus padres y esto debe iniciarse desde la más tierna edad. Aunque no consiga mantener el diálogo déjelo hablar. El diálogo sólo se inicia alrededor de los 9/10 años, más o menos.
10. Cuando esté muy cansado no descargue este cansancio sobre el niño.
- Cuando el adulto está cansado le parece que el niño debe comprenderlo, sólo que para ellos no significa lo mismo. El niño siempre que siente cansancio, simplemente descansa, duerme, lo que no sucede, normalmente con los adultos que llegan al estrés. En situaciones como ésta diga, con tranquilidad, que precisa descansar. Como al niño le gusta estar siempre en actividad esté preparado para proponerle un juego en el que no precise de usted. Ellos pueden y deben jugar también solos. El pensamiento simbólico y el abstracto requieren esta individualidad. Juego simbólico e introspección.
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