sábado, 4 de maio de 2013
Los padres y las pruebas
Una amiga mía, escribiendo para una revista, mandó una serie de preguntas sobre el tema ¿“Los papás deben ayudar a los niños a estudiar para las pruebas? “. Me pidió que respondiera aisladamente cada cuestión, pero me pareció mejor colocar mi opinión en forma de un texto que reflejara lo que pienso sobre el asunto. Pienso que así puedo contribuir más y mejor para que esta cuestión sea discutida y sobre ella se reflexione.
En primer lugar, soy totalmente contra de que los padres ayuden a los hijos a estudiar, y menos aún para las pruebas. Esta es una situación absurda, que corrompe por completo el acto de estudiar. Estudiar “apenas” para las pruebas, es un acto que va a tener un mal reflejo en la vida de los niños. Estudiar debería ser una acción continua, promovida por la escuela de tal forma que, al final de un determinado período de tiempo, podría verificarse qué es lo que el niño sabe de determinado asunto. Colocar un punto de evaluación y permitir que el niño estudie apenas para superarlo, no contribuye para la formación de nadie. Estudiar es más que apenas “saltar obstáculos” (pruebas).
Considero correcto que los padres pongan a su disposición materiales (enciclopedias, libros, revistas, computadoras, etc.) y un local agradable y permanente para que los niños estudien. Promover encuentros con los amigos para un estudio en grupo es muy provechoso. Lo que no se debe es colocar al niño bajo el yugo de los padres ni de los profesores particulares para que, en aquel período corto de tiempo que antecede las pruebas, hagan un maratón con el único objetivo de superarlas. Eso es dar una muleta al niño, lo que no le ayuda a caminar por la vida. Y denuncia la falta de eficiencia de las escuelas.
La “semana de pruebas” se transformó en un desgaste enorme porque la sociedad convino que así sería creando un “valor social” para el momento. Niños no nacen pensando en pruebas, y la escuela debería ser la primera a desmitificar este momento burocrático que no agrega nada. A los papás, les incumbe la función de ser papás. Conversar, jugar, pasear, estimular la inteligencia a través de libros y suscripciones de revistas... nunca enseñar. Esta función es de la Escuela y de los profesores que allí están para realizar esa función. Si las cosas no son así, puede haber una inversión de valores, con el niño jugando durante las clases porque saben que en casa, la mamá o una explicadora les enseñarán lo que deberían estar aprendiendo en la escuela.
A los papás, les incumbe también la función de determinar los horarios en que los niños van a estudiar, porque estos tienen enorme dificultad para adquirir la noción del tiempo. Y aun sabiendo las horas, los niños difícilmente hacen una planificación. El estudio sólo es placentero si el hábito de estudiar se crea desde la más tierna edad. Desde muy pequeño, el niño debe tener acceso y ser invitada a ojear libros y revistas, recortando figuras y haciendo collages. Y el ambiente de estudio en casa debe ser bastante valorado y agradable, con horarios determinados. Padres que trabajen o no, deben tener un tiempo para conversar sobre la escuela y sobre las tareas de casa, pero nunca deben enseñarles nada a sus hijos. Papás no están habilitados para estas tareas y, en ciertos casos, son totalmente incapaces para la actividad pedagógica.
“Estudiar para la prueba” es aburrido, Es algo artificial. No tiene sentido para los niños, que deberían estudiar, diariamente, por lo menos durante dos horas, con satisfacción y alegría, usando sus materiales en un ambiente agradable. Y refuerzo este ítem: ambiente agradable. Muchas veces, los padres quieren que sus hijos estudien en la mesa de la sala, local que a cada momento debe ser desocupado para uso de la familia. Al contrario, providencie una pequeña mesa para el cuarto del niño, o en algún lugar que debe ser dedicado a quien tiene una tarea principal, estudiar. Cuidado para el hábito de colocar en el cuarto del niño una televisión y la computadora, olvidándose de colocar una mesa y un estante para sus libros, cuadernos y materiales diversos.
Y para completar, los padres deben cuidar no de la cantidad, sino de la calidad de la atención que les dan a sus hijos.
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