Escribir sobre la autoestima de niños y adolescentes no es una tarea simple, porque la responsabilidad sobre la cuestión es amplia, y casi nunca aclarada. El concepto de que los padres son responsables de la promoción de la autoestima de sus hijos se exploró mucho, permaneciendo fijo en la cabeza de las personas y siendo una exageración, lo que nunca es aconsejable en Educación. Los papás, más que desarrollar la autoestima, precisan, realmente, entender qué es “educar”. Seguramente, lo que tenemos que hacer es formar un ser que va a relacionarse en grupos sociales diferenciados de su familia. Es necesario entender con claridad que deberá tener autonomía, caso contrario no conseguirá posicionarse socialmente, conseguir un empleo, mantenerse fuera del “nido” de la familia ancestral. Cuando formamos hijos con un concepto de autoestima distorsionada, desarrollamos personas que acaban sintiéndose superiores, excesivamente “fuera de la curva” y que tendrán relaciones afectivas distorsionadas, basadas siempre en lo que fueron forzados a pensar por la familia a lo largo de muchos años de formación de la personalidad. Piensan que son “el máximo” Tienen la impresión de que no van a encontrar “personas adecuadas” ya que son “tan buenos” que nada sirve para ellos... Es lamentable, pero es así que sucede.
Son varios los modelos de familias, y los papás pueden ser divididos, básicamente, en tres tipos: (a) Autoritarios – donde la voluntad de ellos es superior y no puede ser discutida en ningún período de la vida de sus hijos. No les escuchan y permanecen distantes, como la autoridad suprema que da las órdenes. Esos son los padres que generan apenas miedo en sus hijos, cuando pequeños y, posteriormente, rabia. (b) Permisivos – que piensan que la sociedad tiene tantas reglas que ellos (papás) deben facilitar al máximo las cosas, para que su hijo se desarrolle. Esto es mucho más fácil en la primera infancia, cuando el niño no incomoda ni a los papás ni a la sociedad. Pero pasada esta primera etapa, los permisivos piensan que si dan una orden y la mantienen, sus hijos crecerán sin autoestima. Esto genera los “sin-límite”, insoportables, que son rechazados en los grupos sociales que frecuentan. Esos padres no quieren, realmente, “educar” a sus hijos y generalmente son provenientes de familias autoritarias. (c) el tercer tipo es formado por aquellos que son “Autoridades”. Se consideran competentes, y tienen un trabajo enorme porque sienten que a cada momento precisan saber qué hacer para tornar agradable la vida de sus hijos. Generalmente aciertan, porque acaban siendo capaces de generar hijos saludables y de muy buenas relaciones sociales. ¿Es difícil? Sí, es difícil. Ser Negro o Blanco es una cosa que nos atrae, pero ser Gris es complicado. Precisamos de más Papás grises en la sociedad, o sea, aquellos que elogian lo que es elogiable y critican fallas con eficacia.
El papá negligente es el que peor cría a sus hijos, no porque les dejen faltar algo sino porque no exigen nada de ellos, no impone límites y no oyen las solicitaciones de sus hijos. Son aquellos papás que dicen: “¡no les dejé faltar nada a mis hijos!”. Pero realmente, dejaron una laguna enorme en su formación por no imponer límites para que esos jóvenes pudiesen hacer una adaptarse a la realidad del mundo en el que vivimos. Generan jóvenes que no terminan sus estudios, no se mantienen en empleos, y lo peor, no saben qué quieren de la vida.
Papás competentes descubren rápidamente que sus hijos cambian (desarrollo de la inteligencia) porque escuchan a los niños y van notando la necesidad de los ajustes que en la educación. Por ejemplo, un bebé que aún no creó hábitos precisa que las tareas le sean dadas y repetidas. Después de los 6/7 años ya pueden entender varias tareas juntas, y los padres no necesariamente precisan mandar que se cepillen los dientes, porque ellos ya crearon ese hábito. Después de los 9/10 años, los padres competentes no tienen más necesidad de despertarlos diariamente para ir a la escuela. Ya es responsabilidad del niño. Los deberes escolares ya son una rutina y los padres, en esta edad, ya pueden flexibilizar el horario para realizarla, pero nunca dejar de hacerla. Es una obligación y el niño tiene que tenerla ya estructurada. Cuando damos límites estamos ayudando a nuestros hijos a escoger y administrar su tiempo. Como el tiempo es una de las últimas estructuras que se organizan durante el desarrollo infantil, las reglas dadas en casa deben contener esta organización. No es suficiente que los padres digan: “siempre te atrasas”, “tienes 10 minutos para eso o para aquello”. Deben observar los movimientos de sus hijos sin gestionar el tiempo de los niños. Saber decir NO ya fue un tema que abordamos, y es un arte. Los niños precisan del NO para descubrir que existen otras personas a su alrededor que también quieren hacer cosas. El mundo no es sólo de su hijo, por más precioso que él a usted le parezca. Cobre siempre la autonomía aunque sea más fácil que usted haga las cosas por ellos. Demora más, pero aprenden más también. Elogie a su hijo con sinceridad. Él sabe cuándo usted es sincero y se siente bien cuando le pide que mejore. Y ahora algo muy importante en nuestra sociedad de consumo: ¡¡¡ Cuidado con los regalos!!! Los niños no necesitan recibir regalos todos los días. Elijan las fechas específicas para dar regalos. Siempre que damos un regalo estamos diciendo al niño que fue merecedor de un premio y, cuando en la vida, no reciban regalos... la frustración será enorme y a veces no la soportarán.
Vamos a estar atentos para que no tengamos una generación de NARCISISTAS pensando que el mundo debe estar a sus pies. No olvide que el suyo es uno entre varios.
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