quinta-feira, 12 de janeiro de 2012

La Elección de Sofía: la decisión cruel



Esta fue una película que despertó mi atención y que quedó grabada en mi memoria, por el dramatismo de tomar una decisión que puede definir la vida de quien amamos. ¿Cómo puede una madre escoger entre sus hijos, decidiendo su futuro? Aunque, en ciertas circunstancias eso sea inevitable, siempre es cruel.
   La vida nos coloca en situaciones sorprendentes, para las cuales no estamos preparados por lo inusitado de las mismas. Escoger una escuela es una de aquellas cosas que pueden alcanzar un nivel de complejidad muy grande, y considero esa una situación tan seria que ya escribí anteriormente un artículo sobre eso. Pero vuelvo al tema porque tiene un significado especial para mí, como educadora, y creo que para muchos que están criando a sus hijos.
 Existe un período del año en que el movimiento de búsqueda de la nueva escuela es un asunto prioritario. Pero la discusión generalmente gira alrededor del precio de la escuela, y no de otros elementos que, en realidad, son los más importantes. Para la gran mayoría, escuela es COSTO y no INVERSIÓN, lo que significa que en principio, la decisión final permanece comprometida con valores que a largo plazo son los menos importantes.
 Tengo presente que el Estado debería ofrecer enseñanza gratuita para toda la sociedad, con la misma calidad, enfocando el desarrollo de nuestros niños y adolescentes, pero es fácil constatar que eso no sucedió, no sucede y no sucederá en un futuro próximo , infelizmente. Y vamos desperdiciando esa enorme masa de capital intelectual año a año, generación a generación. Para conseguir algún diferencial, las familias hacen esfuerzos sobrehumanos para optar por la calidad y no por el precio. La decisión es difícil, frente a las limitaciones impuestas por innumerables ocurrencias, pero lo que queda claro a medio y largo plazo es que Educación es la mejor inversión que podemos hacer para nuestros hijos. Y la Escuela es el canal para ver en un futuro no muy distante, el acierto de la decisión.
 ¿Por qué tantas familias prefieren mostrar un lindo automóvil mientras sus hijos frecuentan una escuela de calidad dudosa y precios módicos? Un símbolo de estatus en detrimento del futuro de los hijos... Visto sobre ese aspecto, es increíble, ¿no?
 Mis padres, a lo largo de toda la vida, fueron muy enfáticos al afirmar para sus siete hijos, que no tendríamos ninguna herencia que no fuera la escolaridad y cualquier cosa que quisiésemos estudiar. Aun para los hijos ya adultos, y casados y padres de hijos, siempre pagaron los estudios tales como universidad, posgrados, cursos de perfeccionamiento y todo lo que fuera a llevarnos a un nivel superior en términos culturales e intelectuales. No nos dieron coches o apartamentos, porque la vida siempre fue difícil y en una determinada etapa, terriblemente problemática, con las persecuciones del régimen militar impidiendo que mi padre consiguiese un empleo que fuera medianamente remunerado. Pero, al final todos fueron bien criados y bien educados.
 Hoy, papá es bien viejecito (completó 90 años en 2011). Mamá falleció hace 30 años. Él tiene seguridad de que lo que hizo fue lo que pensó ser lo mejor y que todos los hijos hoy, están con sus vidas organizadas e intelectualmente activos y productivos. Y frente a ese ejemplo, me pregunto por qué el mundo cambió tanto, tengo la esperanza que sus valores sean retomados en algún momento por la sociedad - sí, porque no fueron sólo él y mi mamá que tuvieron actitudes como esa.  El hecho es que está claro que, para obtener mejores resultados en términos de ofrecer un futuro mejor para nuestros hijos, precisamos escoger lo mejor en términos educacionales, aunque dejemos de comer en restaurantes de moda o dejemos de tener “un coche”.
¿Y la “Elección de Sofía”? Bueno, la historia me vino a la memoria cuando vi una familia compuesta por la mamá y dos hijos, siendo sometida a ese dilema. La mamá sólo va a poder pagar la escuela de uno de los hijos, y tendrá que matricular al otro en una escuela pública, que como se sabe, es un caos lamentable. Claro está que existen las llamadas “escuelas de referencia”, pero esas no cuentan porque seguramente son poquísimas y no absorben al contingente enorme que llega hasta sus puertas desesperado. Incluso, en esas escuelas, se realiza un sorteo de vacantes previamente destinadas a profesores y funcionarios. El problema de esa madre es tener que matricular uno de los hijos en una escuela pública inaceptable para una persona de clase media, que haya conseguido mantener a los niños en una escuela particular hasta aquí.
 Quien, por cualquier motivo haya visitado una escuela pública, tiene una idea de lo que estoy hablando. Imagine la mirada de alguien que ya tuvo condiciones de pagar por escuelas de nivel A para sus hijos. Atención deficiente, falta de informaciones consistentes, tratamiento sin calidad… la antítesis de lo que se preconiza como modelo de atención en cualquier organización seria. Y, entonces, la persona que siempre tuvo alguna posibilidad de pagar… entra en desespero. Y con razón. Y permanece la pregunta: ¿por qué los menos favorecidos financieramente tienen que pasar por una situación como esa? ¿Cuando las escuelas públicas van a ser suficientemente buenas para todos - sean personas con poder adquisitivo alto, sean personas sin condiciones de pagar? El hecho es que hoy, sin duda, los que pueden pagar tienen una educación diferenciada para mejor, mientras que no hay alternativas para los otros - que son la gran mayoría de la población brasileña. ¿Por qué un empresario puede organizar una escuela de alto nivel, mientras el Estado, con todo el dinero recaudado, no consigue hacer lo mismo, disponiendo de recursos estratosféricos?
 Viendo esa madre, que va a tener que tomar esa decisión a corto plazo (¡las clases ya están empezando!), comencé a pensar sobre este asunto. ¿Cuál de los dos hijos será el electo para el sacrificio? ¿Quién deberá ser colocado en las manos del Estado? Esas preguntas se aplican a muchos casos porque con un mercado que oscila por tendencias cada vez más peculiares, profesionales bien remunerados durante toda su vida, pueden ser victimados por cambios inesperados y tener los rendimientos mínimos necesarios para la sobrevivencia. O menos. Y en el proceso, que alcanza a todos los centros de costo de la casa, unos optan por vender la casa de campo o playa. Otros por vender el coche de lujo y comprar uno más modesto. Otros dejan de pagar los gastos comunes o cortan el plan de salud. Pero todos analizan la mensualidad de la escuela como algo que puede ser resuelto colocando a su hijo en la escuela pública… lo que es muy serio. Considero que la idea del Senador Cristovam Buarque tiene sentido en este momento: ¡obligatoriedad de que los hijos de políticos estudien en escuelas públicas! Puede ser utopía, pero es una excelente idea, porque esa clase estaría totalmente atenta al problema, como nunca antes lo estuvo. ¡A nadie le gustaría ofrecer a sus hijos una imitación de educación!
Finalmente, el sufrimiento de esa y de tantas otras madres conscientes, pero sin condiciones financieras de arcar con los costos de la educación, podría ser mitigado. ¿Cuánto cuesta estudiar en Brasil? Depende. Si está entre los 20% más ricos de la población, va a llegar al final de 20 años de colegio y facultad con una formación de aproximadamente R$ 250 mil. Lo que significa cerca de R$ mil por mes. En esa cuenta está previsto el dinero que sacamos de nuestro bolsillo para pagar las mensualidades y la contribución que el gobierno hace (con inversión en universidades estatales y deducciones de impuesto). Ahora, si usted forma parte de los otros 80%, su educación recibirá una inversión mucho menor: equivalente a R$ 116 por mes. Este es el gasto total del país por alumno para mantener las escuelas públicas, donde no se pasa mucho tiempo. En media, esa parte de la población completa sólo 5 años de estudio formal, generalmente entre los 7 y los 11 años de edad.
¿Cuál es la sugerencia y solución para nuestros problemas educacionales? Las sugerencias del Prof. Lauro de Oliveira Lima están en los más de 30 libros escritos durante más de 40 años. ¿Será que algún día nuestros dirigentes del área de educación van a dedicarse a leerlos?

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