Tengo certeza que en su época de escuela, cuando eran alumnos, pensaron muchas veces que algunos profesores no deberían estar dando clase. Y el problema continúa. Son profesionales de los que nadie sospecha. Nunca son evaluados por quienes reciben el servicio. Padres y gestores piensan que está todo bien y que los que no funcionan son los alumnos. Son perezosos, no estudian o no tienen competencia. ¿Será que no hay un error grave en esa evaluación? ¿Los niños no aprenden, no se alfabetizan y continúan siendo los culpados? Tenemos un sistema perverso. En las escuelas particulares los profesores tienen obligación de producir un resultado a todo costo. Penalizan a los alumnos, aplican pruebas, mandan para los servicios que viven alrededor de las escuelas (psicopedagogos, fonoaudiólogos, profesores particulares, psicólogos entre otros) la cobranza es dura. Ya en la Escuela Pública, el profesor no sufre sanciones y no es destituido como en las escuelas particulares, la cobranza es más personal y no existe feedback de las familias que poco participan. La población piensa que la Escuela Pública es gratuita. No saben cuánto todos pagamos con nuestros impuestos y que no es un favor que su hijo esté allí y que pueden cobrar el aprendizaje, pero no lo cobran y siempre culpan a sus hijos.
¿Cuál es la actividad de un profesor? Promover el aprendizaje y si él no ocurre su deber no fue cumplido, ¿cuál sería la solución? No deberíamos tener ningún funcionario que no fuese evaluado ni que tuviese un empleo vitalicio. No consiguió cumplir con su deber salga y dé lugar a otro profesional más capacitado. Esa debería ser nuestra máxima.
Los propios alumnos podrían evaluar sus profesores lo que colocaría a todos en alerta para promover el bienestar social. A los profesores, en general, no les gustan sus alumnos, no tienen placer cuando están en la clase por ese motivo, en el servicio público siempre intentan ir para servicios administrativos o pedir licencia lo que significa que no estarán dando clase. La población, en general, no sabe cuántos profesores se encuentran en esas situaciones especiales. Vamos a organizar una gran evaluación para elegir los más capacitados y que amen, verdaderamente, la profesión.
Los directores deberían tener coraje de preguntarles a sus alumnos cuáles son los profesores que deberían sufrir el proceso de destitución (impeachment) y presentar los resultados para ver las modificaciones que ocurrirán en las escuelas.
¿Ustedes conocen algún otro profesional que no sea evaluado? Solamente los profesores tienen ese privilegio y ni saben que lo tienen.
En nuestra sociedad desde el más simple funcionario hasta el presidente de la república, todos deben ser evaluados. Los profesores tienen mucha culpa del actual estado de nuestro sistema educacional.
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