terça-feira, 4 de março de 2014

Modificando totalmente el método de enseñanza.

Enseñar a remar es una cosa, enseñar a navegar es otra. 

    Observando con atención la Educación en nuestro país, tenemos certeza de la enorme dificultad que enfrentaremos para realizar algún cambio en su estructura. Y eso es muy serio porque el problema es estructural. Estuve recientemente en una reunión académica, con la presencia de profesores jóvenes que presentaban las modificaciones que están haciendo en sus clases, y me quedé muy preocupada porque ellos creen, realmente, que están innovando, provocando situaciones inéditas, creando situaciones prometedoras.
   Mi papá, Lauro de Oliveira Lima, llamaba este hecho de “festividad pedagógica”, un gran happening que, no modifica en nada el sistema. Eso porque es sistema antiguo que no tiene solución posible. No prepara a nadie para el futuro o para lo que ya estamos viviendo en la actualidad.
   Basados en lo que siempre fue practicado, profesores hacen un circo enorme para enseñar el mismo “contenido programático”... sin cuestionar si ese contenido debe ser enseñado. O si debemos “enseñar” alguna cosa. Profesores, aún en nuestros días, piensan que son transmisores de contenidos y que los programas distribuidos por el Ministerio de Educación deben ser obedecidos. Observo y pienso: “¡pero no es posible que aún sea así!”.
    La Escuela, como está actualmente, debe ser explosionada, sin que quede piedra sobre piedra. Los niños no aprendieron lo que fue enseñado y los profesores continúan en la misma dirección, como si nada de malo hubiera en eso. El efecto mayor que debería estar siendo mínimamente observado es que TODOS los niños presenten algún grado de dificultad en el aprendizaje... ¿No sería la Escuela que tiene dificultad de ENSEÑAR?
    Creo que ya pasó el momento de parar para analizar el problema, diagnosticar las causas. Ya sabemos todo lo que sucede pero está faltando encontrar las soluciones reales. ¡Y son muchas! Pero el hecho es que nadie, sea cual sea la razón individual, quiere modificar el sistema. Nuestros gestores piensan que pueden hacer una “colcha con retazos” y continuar con esa agonía indefinidamente, mientras tanto es un hecho que a los jóvenes NO LES GUSTA LA ESCUELA. Y aún son llamados de perezosos, indolentes, vagabundos...
 Analistas intentan encontrar medios paliativos, pero encuentran la verdad: NO EXISTEN MEDIOS PALIATIVOS PARA ESA SITUACIÓN. Para hacer algo positivo sobre la misma no podemos concentrarnos en un principio equivocado, vencido y obsoleto. Precisamos modificar radicalmente esta situación y proponer, a través de la psicogenética, un nuevo sistema.
 Lo que está claro es que de nada sirve usar músicas para enseñar fórmulas, juegos que alegran momentáneamente un día aburrido o bichitos lindos para enseñar Ecología. Todos esos juegos intentan mejorar una situación perdida, basada en enseñar expositivamente a niños y adolescentes el antiguo Currículo. Los profesores deberían ser convocados para evaluar el currículo a la luz de la Psicogenética (Niveles de Desarrollo) para saber aquello que los niños pueden aprender – o sea, tienen condición para aprender. Y ya existen muchos estudios, que pueden auxiliar a los profesionales de Educación.
 ¿Y la sociedad? ¿Está preparada para esas modificaciones? No lo creo, y me parece que muchos se asustarán, y tendrán dudas si sus hijos están siendo preparados o no. Eso ha sido inculcado en lo colectivo a partir de los conceptos de “escuelas fuertes” o que se dicen fuertes, y que enseñan gran cantidad de contenido para los niños y adolescentes de forma forzada (de memoria). Dicen que esa es la condición para ser exitosos socialmente, en el futuro. Eso no es verdad, y peor aún, es una mentira que no puede ser comprobada de inmediato, porque el resultado que ellos prometen se dará dentro de 20 años o más. O sea, venden una promesa falsa, que no se puede comprobar que parece ser un producto muy aceptado. No se puede procesar una “escuela fuerte”, dentro de 20 años, por el fracaso en la vida de un adulto. Probablemente, la institución que hizo esa promesa no existirá más, y si aún existiera, siempre tendrá o subterfugio de decir que el fracaso sucedió por otros motivos sociales, y no por la “enseñanza fuerte”.
 Esa falta de verificación, esa subjetividad enorme que permea la evaluación de la enseñanza, la visión deturpada a largo plazo, todo eso acaba dejándonos hoy y siempre en desventaja frente a la mayoría de los países del mundo. Y lo peor: no faltan recursos materiales para dar el gran paso, lo que falta es voluntad política y consciencia intelectual de lo que se necesita para que Brasil sea de hecho una potencia, movilizada por mentes cada vez más poderosas e instruidas.
 Es lamentable que sea así, pero no desisto de hablar sobre este asunto. Quién sabe un día...

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